Saturday, February 23

Disculpa, ¿Qué has dicho?

Dedicado a Carol

Nunca antes te habías fijado en él, pero comienzas a encontrártelo constantemente en tu camino (pasillo, patio, cafeteria... etc). Puede ser del tipo discreto o del reventado , no importa. Tal vez sea feo como zapato viejo o un adonis de quitar el aliento, lo mismo da. Aquí lo básico es que te das cuenta de que le gustas y eso lo pone en la categoría de "prospecto".

Te ronda con pequeñas miradas que rápidamente identificas como señales de interés romántico... sonrisas, discretos halagos... Luego vienen las pequeñas conversaciones que pretenden ser casuales. Más adelante llegan las invitaciones a hacer algo juntos (un conciertito, ir a la cafetería, comer algo, perder tiempo...). Sí, te dices, le gusto (aunque no te tomas la molestia de preguntarte para qué le gustas).

Su manifiesto interés te hace instalarte paulatinamente en el reino de las ensoñaciones, y es en ese espacio mágico en donde vas armando el "casti llo_escena rio" de una linda historia de amor a la que no le falta nada.
El guión que mentalmente escribes es simple: "Él seguro (se) está enamora(n)do de mí, pero quiere ir paso a pasito. Quiere conocerme mejor."

Por eso comienzas a platicarle sobre tus intereses, tu vida, tu familia, tus metas, y a veces de tus broncas, pero sólo a veces, porque no quieres que te catalogue como "una mujer conflictiva". Comienzas a involucrarlo en tu vida sin antes preguntarle si de verdad quiere involucrarse. Presupones que así debe ser y punto.

Él puede o no platicarte sus cosas. Si lo hace, tú oyes y callas prudentemente, pero vas tomando nota de sus intereses y de su vida. De manera natural archivas su expediente en el archivo de "mis intereses y broncas", mismas que atacarás a fondo "cuando el momento sea más estable".

Si te platica poco o nada de su vida personal, de sus metas, de sus intereses, imaginas que no lo hace porque no quiere preocuparte o porque es súper discreto, y le pones una palomita mental al asunto. Ya te contará cuando tenga más confianza. Ya te incluirá en sus planes cuando él así lo decida, piensas.

Así pasan las semanas y éstas se transforman en meses. Tus amigas te dicen: "Conque tienes nuevo prospecto eehh!?", y tú te ruborizas un poquito y dices que no, que la verdad sólo son buenos amigos... pero te guardas de contar que día a día amueblas más y mejor tu castillo, sí, el mismo que ambos habitarán cuando él se decida a pedirte que ... no te atreves a formular exactamente qué.

Desde luego, él sabe que tú no tienes compromiso amoroso en activo, porque te has encargado de dejárselo muy claro. Tú de él no sabes absolutamente nada en ese aspecto. (Sería de mal gusto preguntarle, te dices, tal vez la pregunta te podría dejar en "evidencia"). Claro, como no eres una loca exigente, no esperas que él de buenas a primeras te diga: "He llegado a conocerte y a quererte... ¿quieres ser mi no_via?". ¡Aunque sería tan romántico!.. Al tiempo, te dices.

Como te han enseñado a esperar modosamente, ya que "velo y mortaja del cielo bajan" , jamás le das a notar que se te queman las calabazas por definir la situación entre ambos. Y es que él es tan lindo, para qué espantarlo.

Han llegado a ser muy unidos. A veces, como que no quiere la cosa él te toma de la mano, o te pasa su brazo por el hombro y te acaricia el cuello o el cabello. Últimamente le ha dado por hacer esas cosas, y sus apretados abrazos provocan que súbitamente se te suba el corazón a la garganta, aunque lo disimulas muy bien.

¡Me quiere, claro que me quiere!, te dices eufórica cuando las dudas te asaltan porque ya llevan cuatro meses actuando como si fueran novios... sin serlo. Sí que te hizo dudar de sus intenciones cuando en un momento de locura tú te lanzas y le dices un temeroso me gu_s tas.

De pronto el se detiene y luego de un momento de silencio te dice que lo has malinterpretado todo, que el solo te quería como una buena amiga, y que las cosas así funcionarán mejor. Tu esperabas cuando menos un "¿No quieres ser mi novia?", "Ya sabes que me gustas, ¿no? Te lo he demostrado, ¿no? " y a cambio has recibido las palabras que jamás creiste que el pudiera decir.

Estás completamente atónita. Las palabras no te fluyen, no te salen, te esfuerzas, pero no te salen. Y cuando al fín puedes articular una oración, dices "¿Entonces no te gusto? digo, ya tenemos cuatro meses viendonos y... pu_es ... " El (ahora con una expresión muy seria) te repite que todo fué un malentendido, y que prefiere ser sincero y decirte la verdad. Dice que en algún momento sintió algo por tí, pero lo ignoró desde hace tiempo, porque eres una de sus "mejores" amigas, y que no puede verte como algo más.

Piensas "¿Entonces por qué has estado flirteando conmigo? ¿Por qué haces como si te gustara? ¿Qué tiene de malo que los demás lo sepan lo que sientes?" (Estás casi segura de que miente, después de tanto cortejo, no pueden ser verdad las palabras que salen de su boca).

Y entonces la parte más confusa llega. Entre paradojas y palabras envueltas, te dice algo como "Bueeeno, somos amigos, nos estamos conociendo... alomejor no es tiempo de que pase algo entre nosotros... después de todo, ni yo soy la clase de novio que tu esperas, ni tu eres la clase de novia que yo espero..." Te desar_ma .

Piensas que te estás viendo muy urgida y ya no sabes que más decir. No podrías estar más confundida que ahora. Entonces, ¿Qué quizo decir con eso? ¿Fué un no? ¿Insinuó que te hace falta algo? ¿O que después se darán las cosas? ¿Está "haciendo" tiempo para "algo"? Mil preguntas giran dentro de tu cabeza, pero teniendolo frente a tí te cuesta trabajo separar cada una de ellas.

Pasan tres semanas. Él se ha retirado un poco, pero algunas de sus señales siguen en pié. Ya no te busca como antes, ahora sólo te saluda cuando tu le hablas. Tus amigas preguntan por tu prospecto. Tú no te atreves a decirles la verdad, porque no sabes lo que ocurrió. ¡Qué lío! Comienzas a sentirte un poco estafada, pero no sabes por qué.

Durante un tiempo te culpabilizas pensando que lo alejaste por ser tan convencional e "incompleta", por haber malentendido la situación (lo que hace que en ratos te sientas bastante tonta) y por haber echado a perder todo con tu valentía. Sigues pensando en sus palabras, sigues intentando descifrar lo que te dijo, y sacas miles de conclusiones y supuestos. Y es entonces cuando caes en cuenta que nunca, hasta que lo encaraste, se atrevió a decirte lo que realmente pensaba de tí.

A la semana, la casualidad te lleva justo al lugar en donde él conversa de lo más concha con una chava que lo mira, le celebra y le sonríe exactamente como tú lo hacías.

Comienzas a creer que algo de razón tenían las abuelitas cuando decían que "más vale un toma ahora que mañana te daré dos". Y que en el juego del "estoy pero no estoy", el que pierde es el que nunca exigió ni propició acuerdos "claros" desde el principio.

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